Actividades para vacaciones: caretas para imprimir y colorear de la Patrulla Canina: Everest y Chease

Buenas tardes:

Si tenéis niños o niñas pequeños, seguro que conocéis los nombres y las andanzas de estos cachorros (también es posible que podáis decir algunos fragmentos de diálogos de memoria… al menos a mí me pasa, jeje).

Antes de las vacaciones de Navidad, Semana Santa y verano siempre llevo unos regalos a mis alumnos/as, generalmente dibujos que les encantan y que aún son muy difíciles para realizar, o alguna actividad. Y visto el rotundo éxito que ha tenido, lo comparto con vosotros/as.

He hecho los dibujos yo misma con todo el cariño.

Ideas y consejos:

  1. Si lo imprimes en cartulina, sirve de careta con resistencia suficiente.
  2. Tendrás que echarle una mano para recortar los ojos si quieren ver (también pueden pintarlos y decorar su cuarto sin cortarlos.)
  3. Para olvidarte de la goma elástica, te propongo un folio u hoja de revista enrollado con cuidado bien apretado con un poco de pegamento al final: queda un palo de colores muy resistente que puedes grapar a un lateral para que tu hijo/a juegue con más comodidad.

Hoy incluyo a los favoritos totales por votación mayoritaria: Everest y Chease.

Un abrazo.

El proceso creativo en imágenes

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Buenos días:

Ayer terminé una ilustración y me di cuenta de que había estado sacando fotos a todo el proceso paso a paso, así que os lo presento a continuación. Espero que os guste.

La idea inicial partió del cómic que estamos haciendo, en una de las viñetas toman un café la directora del colegio, Baba Yaga y el papá, Lobo Feroz, mientras hablan de la preocupación de ambos por el exceso de tiempo que pasa la pequeña Wolverina delante de la pantalla de su tablet. Cuando leí el guión se formó la imagen nítida de repente, y al dibujarla me di cuenta de que merecía un tratamiento aparte. Cuando me sucede eso siento la necesidad de dibujarlo, y de hecho, hasta que no lo hago se convierte en un constante recordatorio a mí misma de que necesito pasarlo a papel.

Veo ahora las imágenes y recuerdo que, en mis clases, una de las cosas que más cuesta a los niños es dejar algo sin terminar esa hora para mejorarlo al día siguiente, bien porque es complejo o bien porque merece más tiempo. Es una pena, pese a lo que les insisto, que no realicen una obra en varias sesiones, ya que lo que puede hacerse en una hora es limitado. Creo que es parte del ritmo de la escuela: se termina la clase, se termina lo que sea que estés haciendo. Espero poder contribuir, desde las horas que imparto, a una ralentización del ritmo de algún niño, de alguna niña.

Hasta la próxima, gracias por leernos.

Virginia Castanedo

Extraescolares creativas y apoyo escolar. 

Niños y niñas: www.patatito.com

Adultos/as: www.elcaminocreativo.com

679 664 693

 

 

 

Imagen

El padre y la madre de Benita

​¿Qué tal estáis, amiguitos? Os voy a contar unas cosas de mi vida.
Esta es una foto de mis padres. Se conocieron en la India, donde mi madre había ido a Mangalyaan, a participar en proyectos del espacio.
Mi padre era un tigre de Bengala de 500 kilos, con un turbante cubierto de joyas y una cimitarra hecha de luz de luna forjada para acabar con los demonios fríos de la noche.  Mi madre, una gata rusa de pelo blanco que había ido a la India a completar su estudios de ingeniería aeroespacial, (porque en aquellos tiempos solo lanzaban cohetes al espacio en la India). Siempre quiso ir al espacio.

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Vaya sorpresas que te encuentras en el césped

​Hemos estado unos días desaparecidos porque habíamos salido a dar un paseo por el parque y nos hemos perdido. Son los problemas de no ser demasiado altos para nuestra edad.
La hierba era muy alta y no encontrábamos el camino de vuelta a casa. Cuando estábamos ya desesperaditas, vimos algo a lo lejos. ¿Qué podrá ser?
Resulta que era un ratoncito que estaba practicando cómo escribir su nombre. Nos ha contado que acaba de aprenderlo y que se llama Néstor.
Néstor tiene un estilo muy peculiar agarrando el lápiz. ¿Tú lo agarras así?
Le invitamos a comer un poco de nuestro bocadillo de queso y nos íbamos a ir a jugar al escondite cuando apareció la mamá de Néstor.
– ¿Qué estáis haciendo aquí, zanguangas? Dejad en paz a mi hijo, que está estudiando.
Así que nos tuvimos que ir corriendo porque estaba muy enfadada la mamá de Néstor. Pero él nos dijo que si nos le encontramos otra vez, que tenemos que ir a jugar porque sus padres solo quieren que haga los deberes y no le dejan divertirse nunca.

Mis archienemigas las ardillas

¡Por fin tenemos noticias de nuestra gata malencarada favorita, Benita! Leámosla.

Mira cómo hace correr a nuestra gata la ardilla silvestre
Mira cómo hace correr a nuestra gata la ardilla silvestrecarada favorita y , Benita! ¿Qué travesura nos contará hoy? Vamos a escucharla y a divertirnos.

«No gano para disgustos. Estos humanos que me alimentan se están tomando demasiadas libertades. ¿Os podéis creer que el otro día me cogieron en brazos? Con lo mal que huelen a jabón… Estaba yo tan tranquila comiendo unas lonchas de pavo, que me gusta mucho, y aprovecharon la ocasión para cogerme. Normalmente les dejo que me rasquen la cabeza, me gusta y parece que a ellos también, hay que tener detalles con ellos para que no piensen que no valen para nada. Pero voy a tener que dejarles las cosas claras porque no les he dado permiso para que me cojan. Yo decido cuando me subo a su regazo (que es nunca jajaja); voy a tener que tomar cartas en el asunto. Empezaré por salir corriendo cada vez que aparezcan, eso les enseñará quién manda.

Soy una gata muy ocupada y tengo muchas actividades que hacer cada día sin falta: comer, echarme varias siestas y perseguir a las ardillas, que son mis archienemigas. Lo de la siesta es muy importante, porque hablar con los humanos me agota. Son muy tontos y les tengo que repetir las cosas todo el rato. Además, cuando intentan hablar en gato, tienen un acento terrible. Pero lo intentan, que es lo importante.

Volviendo al tema de las ardillas, he intentado negociar con ellas para que dejen de venir a mi casa y no ha habido manera. Se ríen de mí todo el rato.

– Eh, ardilla, ¿qué haces aquí? Esto es propiedad privada; márchate ya. Esas pasas son para los mirlos porque necesitan comida en invierno, no te las comas.

– Uuuu, mira quién habla. ¿Quién te crees que eres para echarme? Voy a venir aquí a enterrar todas las bellotas que me dé la gana. Y me comeré todas las pasas que quiera.

Ese horrible roedor se reía de mí con los carrillos llenos. No podía aguantarlo más y en ese momento, salté hasta el poste donde estaba apostada. Por desgracia, la ardilla me vio y salió corriendo en dirección contraria, mientras me decía que soy lenta y torpe. Supongo que decía eso, es difícil de entender a alguien que habla con la boca llena. Además de insolentes, son groseras. Algún día te pillaré y veremos quién se ríe.

Bueno, me despido por hoy que se me está haciendo tarde para mi cuarta siesta del día.

Aquí hay gato encerrado: la vida de Benita

 

Qué malditos. Todavía me enfado cuando lo recuerdo.

Me cogieron de la calle, donde yo estaba viviendo tan ricamente. No confiaba en los humanos, aunque había algunos que eran buenos y me dejaban comida; otros me tiraban piedras o intentaban darme con un palo.
En esos casos viene bien ser un gato y poder saltar 2 o 3 metros sin inmutarte. La parte difícil es volver al suelo, pero voy a compartir con vosotros el secreto de los gatos para caerse y quedar como una rosa: dejar las patas flojas y relajarse, así cuando caes no te haces daño. He visto unos dibujos de cómo hacemos los gatos para caer de pie pero son muy difíciles de entender (pinchad aquí para verlo) porque incluye las leyes de la física. Eso lo dejo a los intelectuales.
Os he visto a usar bicis, triciclos y patinetes o incluso patines en los pies (¡qué locura! Tenéis unas ideas que me hacen reír); si me hacéis caso, podéis evitar chichones. Que me desvío del tema, la cosa es que…
Me tendieron una trampa.
Una mañana me llegó un olor riquísimo de sardinas. «Me encanta ese olor de sardinas asadas… Me pregunto de dónde vendrá».
Husmeando, vi que estaba al fondo de una especie de cueva oscura. Esto me hizo sospechar inmediatamente, por dos motivos: había aparecido de un día para otro  y al fondo del callejón vi a dos humanos que se miraban entre sí y se reían.
Rodeé la cueva un par de veces y ese olor ya me estaba nublando la vista. Vivir en la calle tiene sus ventajas porque te vas a dormir a la hora que quieres y nadie te pone normas para para madrugar o para ir a la escuela; pero nunca sabes cuando vas a poder comer y se pasa mucho frío.
Ese día, yo tenía bastante hambre y mi curiosidad venció la desconfianza que sentía. De modo que entré en la cueva y allí estaban en un platito dos maravillosas sardinas asadas que me habrían sabido a gloria si no hubiera escuchado el más terrible sonido de mi vida, un sonido que si lo oyeráis, os helaría el corazón: el de la jaula al cerrarse.
Oí como los dos humanos que estaban al fondo del callejón corrieron hasta la jaula, me levantaron y ahí se acabó mi vida vagabunda. En el orfanatorio, del que me escapé porque querían hacerme aprender a ir a recoger una pelota que tiraban y otras tonterías, aprendí a hablar el idioma de los humanos que no son muy listos porque no hablan dos idiomas a la perfección como los de mi especie.
Les expliqué de manera clara que no estaba contenta con su comportamiento y que me soltasen de una vez. Pero no me me hicieron caso.
Pero no os preocupéis, porque he acabado considerándolos entrañables proveedores de mimos y comida. Vosotros que me léeis, también estáis en ese grupo.

La vida de la gata Benita

Gata PatatitoSe acerca el final del año,  el momento de reflexionar sobre todo lo que hemos conseguido y las metas que nos queremos marcar para el siguiente.  No sé vosotros, pero  yo necesito ponerme en un sitio alto para tener perspectiva sobre las cosas y me he subido a la cerca. No solo para pensar un poco, si no también ¡para vigilar el territorio de esas malditas ardillas! Son mis archienemigas.
Ha sido mi primer año desde que decidí ayudar con mi balsámica presencia a los humanos que viven en mi casa. No era mi casa, pero como decía Julio César, ese emperador romano tan querido: «Vine, vi, vencí», o en otras palabras, una vez que decidí que quería vivir allí, se convirtió automáticamente en mi propiedad, nadie podía quitármela.
Como soy magnánima y generosa, dejé que los humanos que vivían allí de antes se quedaran; eso sí, como mis proveedores de comida y sirvientes personales*. De vez en cuando les permito que me acaricien el lomo, parece que funciona muy bien como método de pago por sus servicios.
Empezando desde la semana que viene, os contaré mis aventuras desde mi nacimiento hasta hoy. Mientras tanto, portaos bien y estudiad idiomas.
*No me juzgues por comportarme así. Los vikingos que invadieron las costas del norte de Europa solían hacerlo muy a menudo. ¡Quedarse con la casa y con sus habitantes como esclavos!

Conoce a nuestros protagonistas: Patatito

Patatito es un duende del bosque.

Su madre está siempre diciendo que hay que que comer sano y evitar el azúcar, pero Patatito se las arregla para comer cosas dulces siempre que puede, como estas manzanas rojas tan deliciosas. También le gustan las flores del trébol, pero solo las violetas; dice que las blancas no están tan ricas.

Su asignatura favorita es Lenguaje y lo que más le gusta es leer cuentos e inventarse aventuras, especialmente con robots y superhéroes.

Tiene cuatro alas y cuatro dientes. De mayor quiere ser polinizador porque quiere ser amigo de las abejas.

Su mejor amigo es Díptero porque los dos tienen alas y pueden volar muy rápido y porque a veces comparte su merienda con él, pero sin que se entere su madre, que dice que Díptero come mucha comida basura.