Arte ecologista y sostenible

Esta idea comenzó en los últimos carnavales, aquellos que parecen en otra vida aunque fueran este mismo febrero, cuando mi hijo salió del colegio con un disfraz de submarinista que tanto él como los/as demás se quitaron nada más salir… (Sobre lo de hacer un disfraz «para los niños y niñas» pero sin tenerles en cuenta también se podría escribir mucho). Resultado: una montaña de plástico hecha con la mejor intención, por un disfraz que usaron apenas unas horas: dos botellas grandes de plástico, cinta adhesiva, un chupete, un tramo de tubería… Pensé en su momento en mil alternativas que hubiera utilizado en vez de todo ese plasticazo… y se quedaron en meras ideas, hasta hoy.

Siempre me he ocupado de vivir una vida lo más sostenible posible, y veía que había una ruptura entre mi trabajo y mi cotidianidad ecológica; cada vez que compraba un paquete de 12 pegamentos en barra para los talleres de Creatividad o de Educación emocional que acababan en el contenedor amarillo y llenaban mi mente de dudas y culpa: ¿se reciclarán o irán al vertedero o a la incineradora? ¿Cómo conseguir la expresión creativa y artística de los niños y niñas, siendo a la vez ecologista? Las respuestas que encontré, las que desarrollo en mi trabajo y las que sigo buscando, voy a ir compartiéndolas aquí, escritas y dibujadas. Partiremos del papel y del cartón para realizar todo tipo de manualidades, disfraces y todo lo que se nos ocurra, con ilustraciones paso a paso.

¿Y por dónde empezar una vida más ecológica? Por tomar conciencia.

El proceso de ecologización interna pasa por diferentes fases y la primera,  la imprescindible… es darnos cuenta de ello, de qué hacemos y de qué podríamos ir incorporando poco a poco. Parar la automatización de nuestras actividades, realizar de nuevo las cosas a mano.  Reivindicar la belleza de lo imperfecto, de lo realizado con amor. Pensar en nuestros hijos, en nuestras nietas, en las siguientes generaciones, puede ayudarnos a tomar perspectiva. 

En nuestra sociedad, en algún momento, fue calando la idea de que era mejor comprar todo nuevo, que era una idea genial. Fue un proceso paulatino en el que nos vimos inmersas. Y pronto pasó a ser la única alternativa. Hemos llegado a un momento, en aras de la híper-eficacia,  en el que no aprovechamos los residuos que generamos para transformarlos, si no que compramos el material sin necesitarlo para hacer la manualidad.

Más tarde, buscar alternativas, escuchar qué hacen otras ecologistas, en qué actos cotidianos se traduce. Y, por supuesto, sumarnos a una marea cada vez mayor de personas concienciadas, formar parte de un grupo o asociación para cambiar el mundo uniendo fuerzas para que lleguen a algún sitio útil. 

Virginia Castanedo

Cuando era niña, quise hacer una varita mágica con un palito de helado. Tuve que planificar, esperar a que llegara el domingo para elegir un helado que me sirviera y que me gustara para comer (la delicia del sabor de vainilla dulce con el golpe de frío en el paladar). Recuerdo comerlo con mis hermanas y mis amigas, mientras nos caldeaban los rayos de sol del verano interminable de la infancia.

Después, cada vez que cogía mi varita, me acordaba de las risas de ese rato compartido, de la indecisión de qué helado me gustaría más, el olor de pan recién hecho en la tienda del pueblo donde lo compré.

¿Y ahora? Como podemos hacer realidad nuestros deseos siempre que tengamos dinero, basta con ir a una tienda, comprar un paquete de palitos de helado fabricado y traído desde la otra parte del mundo, usar uno y guardar los otros para la siguiente actividad.

O podemos pararnos a pensar en cómo podríamos conseguir un palito… o mejor, algo que lo sustituya y sea más sostenible. En este blog, por ejemplo.

Preguntándonos: ¿Qué consecuencias tendrá esta compra? ¿Es necesario este envase¿ ¿Hay productos alternativos? ¿Está hecho con material reciclado (si sólo es reciclable, nadie garantiza que se recicle)?

Buscar un nuevo concepto de lo que es bello

Y comenzar a utilizar la imaginación. Me da la impresión de que todo tiene que ser de brillantes colores plásticos, con todo detalle, absolutamente nuevo. ¿También te pasa a ti que en cuanto algo tiene un rasguño, una leve muestra del paso del tiempo, ya estás pensando en comprar lo siguiente? La sociedad consumista nos encamina a ello. Y cuando los colores brillantes no son suficiente, se añade algo mas, y entonces, sumamos brillantinas, lentejuelas, lentejuelas con doble dibujo si las mueves, luces de colores, movimiento, olores… 

¿Y el poder evocador del cartón? ¿Y los matices del papel reciclado, que además, si queremos, podemos colorear? Algo hermoso por su sencillez, por su respeto. Fomenta además el desarrollo de la imaginación, al tener que completar mentalmente lo que no es evidente, lo que está por terminar. Dejar de preferir las cosas literales y tomar las que nos permiten dar un salto mental. Volver a prestar atención a los colores e la naturaleza. Ahora, en otoño, a los infinitos matices cromáticos. El olor húmedo y nutritivo del bosque en descomposición, mientras crujen las hojas bajo nuestros pies, los cielos de azul perpetuo.

Talleres Creatividad y educación emocional

Sormena eta emozionaleko hezkuntza tailerrak

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