En estas semanas iremos viendo las indicaciones generales de los hitos de crecimiento para las diferentes franjas de edad. Saber en qué consiste la etapa que vive nuestro/a hijo/a nos puede ayudar a darnos cuenta de varias cosas:
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Esta época también pasará,
lo que en determinados aspectos es un alivio (y en otros una pena, recuerda lo maravilloso de ser madre o padre).
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Podemos acompañar mejor su crecimiento si tenemos en cuenta su edad: su cerebro está en desarrollo y no piensan como los adultos/as.
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Al estar advertidos/as es más sencillo respirar hondo, mentalizarse y orientar a nuestro hijo/a para su crecimiento sano.
Comenzamos por el año y medio, diciendo primero cómo son con 18-24 meses y dando indicaciones para su crianza… y para el bienestar familiar. Tratamos de orientar para incrementar el amor y la armonía para disfrutar más de ser madres y padres.
Cómo son los niños/as de esta edad:
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Comienzan a darse cuenta de sus propias limitaciones, con lo que las rabietas y los llantos están a la orden del día. Es su manera de comunicarse, la mayoría apenas saben articular unas pocas palabras todavía.
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Autoconciencia: Empiezan a percibirse a sí mismos/as como individuos y quieren tomar sus propias decisiones.
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Todavía no son conscientes de que un determinado acto trae unas consecuencias, lo que sumado al punto anterior les convierte en un cuerpo muy activo sin ningún criterio.
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Usan el “NO” constantemente para reafirmar su identidad.
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Repiten lo mismo sin cansarse: puede ser que se acuerde de mamá, o de su juguete favorito…
¿Qué podemos hacer? ¿Cómo podemos desarrollar la paciencia en esta etapa?
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Dejar de dar órdenes:
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Pasar a las sugerencias y a dar opciones en cosas pequeñas. “Ponte los calcetines de una vez” puede sustituirse por “¿Qué pie quieres calzar primero?”
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Establece rutinas: cuando nos vamos a la cama nos lavamos los dientes, después el pijama, después los cuentos…
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Preguntar y hacer pensar al niño/a en cosas pequeñas. Informarle de lo que quieres y de lo que vas a hacer.
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Acompañar las palabras con contacto físico cariñoso para reforzar el mensaje.
Por ejemplo, tocando sus pies para ponerle los zapatos. En caso de rabieta prolongada, una vez que se le haya pasado la rabia y permita que te acerques (pregúntale primero), abrázale con cariño hasta que se le pase: la oxitocina que genera el contacto físico ayudará a calmarse. -
El niño/a necesita compartir aquello que se le pasa por la cabeza, por eso repetirá cien veces cada cosa. Paciencia. Y recuerda que el hecho de que nombre algo no indica que lo quiera, tan sólo que se está acordando o lo está viendo. Muchas veces es suficiente con repetirlo tú también.
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Si ha hecho lo que consideramos una travesura
(Él o ellal todavía es demasiado pequeño/a para considerarlo como tal), conviene pararse, respirar hondo y preguntarse: ¿Qué es lo más importante para mí, la educación de mi hijo/a o tener la casa ordenada?
(Respirar hondo varias veces si es necesario).
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Si pega o agrede a otros niños/as, ten en cuenta que es su manera de experimentar con su cuerpo o de intentar hacerse comprender en su frustración. Cogerle para separarle del compañero/a agredido y hablarle con firmeza y cariño. Es el momento de ir hablándole de lo que siente la persona a la que ha golpeado, siempre teniendo en cuenta que aún tardará unos meses en entender las consecuencias de sus actos.
Hasta aquí la entrada de hoy. ¿Te ha resultado útil? ¿Tienes alguna pregunta o sugerencia? Esperamos encantadas tus comentarios. Próximamente, sugerencias para el cambio de pañal y cómo se lo hemos retirado a Leo, mi hijo.
Virginia Castanedo
Extraescolares creativas y apoyo escolar.
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