¿Qué tal estáis, amiguitos? Os voy a contar unas cosas de mi vida.
Esta es una foto de mis padres. Se conocieron en la India, donde mi madre había ido a Mangalyaan, a participar en proyectos del espacio.
Mi padre era un tigre de Bengala de 500 kilos, con un turbante cubierto de joyas y una cimitarra hecha de luz de luna forjada para acabar con los demonios fríos de la noche. Mi madre, una gata rusa de pelo blanco que había ido a la India a completar su estudios de ingeniería aeroespacial, (porque en aquellos tiempos solo lanzaban cohetes al espacio en la India). Siempre quiso ir al espacio.
De mi padre, he heredado el cobre encendido de mi lomo y sus rayas secretas. De mi madre, el color de mis ojos y la espesura de mi pelo. Si tengo otras características suyas como el gusto por el jamón de York, mi reticencia a cazar pájaros o mi enemistad con las ardillas (Voy a por vosotras, no dormiréis tranquilas hasta que os destruyaaaa), no lo sé. Porque fui encontrada en la calle cuando tenía pocos días de vida y llevada al orfanatorio gatuno de Catai. Allí me lavaron las legañas y me dieron un trozo de manta para dormir. No me gusta que me quiten las legañas ni que me laven la cara. ¿A quién le puede gustar eso? Que levante la mano.
Mi padre tuvo que volver a la selva a luchar contra los demonios y mi madre se subió en un cohete a Marte, tenían muchas cosas que hacer supongo. Os he puesto una foto del sello que hicieron para conmemorar el primer viaje tripulado a Marte.
Pero volverán algún día, hasta el viaje más largo se acaba en algún momento.
Y de mis aventuras en el orfanatorio os hablaré la semana que viene.